Inducación

Por: Eduardo Elías Lasprilla

Es lo que ha venido proponiendo el doctor Eduardo Lasprilla, desde hace ya muchos años, y que se resume en estas líneas, como respuesta a la ya fallida Educación, que lleva 5 mil años de fracasos, tal y como se ha podido verificar en el ya famoso escrito cóptico de 5 milenios de existencia, en el que el sacerdote le dice al faraón: “Majestad, ¡Cómo han cambiado los tiempos! ya los niños no respetan a sus padres.” ¡Que no diría dicho sacerdote, si viera la realidad actual! Pues bien, la Educación ha fracasado, porque no ha podido comprender al hombre. Pedagogía, psicología, antropología y filosofía, no son mas que intentos fallidos de comprender al animal implume de Platón o animal enfermo de Nietzsche o el único error de Dios, al decir de Rumi, el gran Maestro sufí. Ouspensky, el gran discípulo de Gurdjieff, escribió: “La psicología es el estudio de la mentira de sí mismo.” Y el genial Wittgenstein, en torno a la filosofía, les da una soberbia cachetada, a los que la consideran el sumum del saber universal, al afirmar: “La filosofía está atestada de confusiones, gracias al lenguaje ordinario.” En torno a la pedagogía, Osho, el místico hindú, con toda la sabiduría que le asistía, esto nos espeta: “Escarbad un milímetro por debajo de la piel del hombre educado y veréis allí, agazapada a la bestia.” Y de la antropología no podríamos decir menos, si tomáramos en cuenta las palabras de Nietzsche: “El hombre no puede descender del mono, como lo afirma Darwin, porque el mono es un animal muy noble.” Y como epítome de estas sabias glosas, el doctor Lasprilla afirma, sin temor a equivocarse, como lo ha podido demostrar a lo largo y ancho de sus 22 obras, que comparar al hombre con el animal es ofender a éste. Todo este preámbulo tiene como objetivo, el de sembrar cierta inquietud en los que consideran la Educación como el mejor instrumento para transformar al ser más perverso de la Creación y que dicha inquietud los lleve a investigar en estas páginas de la Fundación, los graves y ocultos pormenores de la Educación, que hacen de ella una farsa absolutamente peligrosa.

Ahora bien, su propuesta consiste en una complejidad de padre y señor nuestro, como tiene que ser, dado que está tratando con el ser más complejo de la Creación, el hombre, y el único en el mundo que encierra maldad en su corazón, ya que los animales son ajenos a la misma. La Educación nos condiciona para comportarnos en público de manera agradable, pero guardando muy dentro de nosotros, todo lo dasagradable que somos. La Inducación comienza desde adentro, enfrentando toda la porquería que somos, de cuerpo entero y de los pies a la cabeza. Y para esta tarea ameritamos de conocimientos, dedicación y entrega a quienes ya han caminado algo de este trecho, sobre la base de la semántica disensual y la sabiduría perenne. Toda esta información la recibe el interesado en el contenido de sus 22 obras, fruto de una monacal entrega a la investigación, durante los últimos 60 años de sus 77 de edad, de los desafueros incorregibles de este Mefistófeles que, sin vergüenza alguna y con la mayor desfachatez, se autoproclama ser humano, lo que llevó a Eckhart Tolle a declarar abiertamente que “la historia del hombre no es mas que la historia de la locura.”